Empezó a ver y dijo: <<Veo a los hombres, porque percibo como árboles, aunque andan>>.
La primera acción de Jesús da al ciego la visión, aunque, como se verá, restringida a un objeto. El verbo griego para <<empezar a ver>> o <<recobrar la vista>> (anablepô) tiene un término equivalente en Is 61,1 LXX, donde la misión del Ungido con el Espíritu del Señor incluye <<devolver la vista a los ciegos>>. Dada la común interpretación mesiánica del pasaje profético, es muy probable que Mc aluda a él.
En la frase del ciego hay dos verbos que denotan visión: <<ver>> y <<percibir>>; la contraposición entre estos dos verbos ha aparecido en Mc únicamente en 4,12: <<por más que vean no perciban>>, referido a la multitud que escuchaba sin comprenderla la enseñanza de Jesús, en particular, sobre <<el secreto del reinado de Dios>> (4,11); <<ver>> denota una mirada superficial; <<percibir>>, la que penetra el significado o la calidad de lo que se ve.
El texto del ciego alude, por tanto, a 4,12, confirmando que la ceguera del individuo tiene sentido figurado, como la de aquella multitud. Se explica así que Mc, para designar los ojos, haya elegido en primer lugar un término griego usado a menudo metafóricamente (v. 23: ommata).
Respondiendo a la pregunta de Jesús: <<¿Ves algo?>>, el ciego explicita que el contenido de su visión son <<los hombres>>. El sentido de este plural determinado está dado por su uso anterior en Mc. El artículo indica, por una parte, anáfora y, por otra, totalidad; la anáfora es textual y remite a 7,8, donde Jesús atribuye a <<los hombres>> una tradición, a la que los fariseos se aferran, opuesta <<al mandamiento de Dios>>; inmediatamente después identifica esa tradición con la de los fariseos mismos (7,9). El término <<los hombres>> denota así en este contexto a individuos que no secundan el designio divino, sino que lo anulan propugnando el suyo propio. Nótese que Jesús califica de <<tradición de los hombres>>, contraria a Dios (7,8), a la que los fariseos y letrados han llamado <<tradición de los mayores>> (7,5), es decir, a la enseñanza tradicional en Israel (7,7). Se tiene, pues, que en la respuesta del ciego la denominación <<los hombres>> designa a los judíos que seguían esa enseñanza tradicional.
Por otra parte, la totalidad denotada por la denominación <<los hombres>> (no sólo <<los judíos>>, cf. 7,3) indica que este modo de pensar no era exclusivo del pueblo judío, sino que ideologías afines dominaban en la humanidad entera. Los fariseos, por tanto, sostienen una tradición perversa que no se limita a su círculo, sino que es común a la mayoría de los hombres. Con esta denominación Mc pone al mismo nivel al pueblo judío y a los paganos.
Es a esos hombres a los que ve el antes ciego. En su respuesta puede constatarse que él mismo (= los discípulos) finalmente no sólo ve a <<los hombres>>, sino que percibe su calidad: <<como árboles>>. Del contexto se deduce lo que significan éstos: seres vivos que no oyen ni ven, hombres anclados en su tradición, que por su insensibilidad ni entienden el mensaje ni perciben las señales. Tal era la condición de los discípulos (8,18) y es la condición de los habitantes de <<la aldea>>. El paralelo de la frase, notado antes, con 4,12, que se refería a la multitud que escuchaba sin entender las parábolas de Jesús, muestra que, coincidiendo con el significado de <<la aldea>>, en <<los hombres>> se incluye el pueblo llano dominado por la ideología oficial.
El verbo <<percibir>> tiene como complemento <<como árboles>>, <<una especie de árboles>>. Es el hecho de andar lo que identifica a estos <<árboles>> como hombres.
La respuesta del ciego significa, por tanto, que los discípulos se dan cuenta de la falta de inteligencia del antiguo Israel, al que ellos pertenecían y con el que estaban (en <<la aldea>>), aunque habrían debido salir de él al constituir Jesús el Israel mesiánico (3,13-19). Aferrado a sus ideales nacionalista, el antiguo Israel no escucha el mensaje ni percibe los signos (sordos y ciegos, <<árboles>>) que ha dado Jesús de su mesianismo en los episodios de los panes. Los discípulos se encontraban en la misma condición, pero por la acción de Jesús empiezan a comprender la realidad del pueblo cuyos ideales y cuya ceguera compartían. Es el comienzo de su liberación.
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