Ellos se atuvieron a este aviso, aunque discutían entre sí qué significaba aquel <<resucitar de entre los muertos>>.
Después de oír la voz de la nube, deberían escuchar a Jesús, pero sólo le obedecen, sin comprender el contenido de sus palabras. Discuten <<entre ellos>>, dentro de su círculo; no le preguntan a él ni le exponen sus dudas. A pesar de la insistencia de Jesús, la muerte del Mesías no entra en sus cálculos; siguen en la idea mesiánica que excluía la muerte y aseguraba el triunfo. Por eso no se explican que hable de resurrección de entre los muertos. La nueva ocasión de comprender que Jesús les da queda desperdiciada.
El pasaje muestra la resistencia de aquellos hombres a desprenderse de la tradición en que han vivido y a abandonar antiguos ideales de gloria y triunfo terreno. Pone de manifiesto en primer lugar cómo una mentalidad cerrada que no se deja cuestionar filtra y deforma los datos que se le ofrecen. Han interpretado la gloria manifestada en la transfiguración como intrahistórica: siguen esperando que ese poder y esa gloria se manifiesten en la vida mortal de Jesús, al servicio de su triunfo mesiánico. Se hace patente además el estrecho horizonte ideológico de los discípulos, limitado a la vida terrena, su mezquino concepto de salvación, reducido al éxito en la tierra, su desconocimiento del amor de Dios y del valor supremo de un amor a los hombres que no vacila ni ante la muerte. La reacción de los discípulos delata su falta de perspectiva y de madurez, causada por la ideología nacionalista judía, que limita su campo de visión y les impide el desarrollo personal.
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