Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo: <<No estás lejos del reinado de Dios>>.
Jesús aprecia la respuesta del letrado. La frase: viendo que había respondido inteligentemente, está en paralelo con la que el letrado pronunció sobre Jesús en v. 28 (viendo lo bien que les había respondido). Jesús ve en él un hombre que sabe reconocer la verdad. Quiere darle la oportunidad de dar el paso definitivo.
El reinado de Dios está cerca (1,15) y, en palabras de Jesús, su interlocutor no está lejos de él. Poner al hombre como valor supremo después de Dios y comprender que son indisociables la relación con Dios y la relación con el hombre, como ha hecho el letrado, acorta esa distancia. Con sus palabras (no está lejos), Jesús le abre el horizonte del reinado de Dios, que deja atrás toda la antigua época (1,15: "ha terminado el plazo"). Hasta ahora, este hombre ha comprendido en el terreno teórico; la mención del reinado lo invita implícitamente a dar un paso más.
El texto, sin embargo, no indica ninguna reacción del letrado. Lo lógico sería preguntar a Jesús cómo podría superar la distancia que lo separa del reinado de Dios. Lo mismo que su primera aprobación de la respuesta de Jesús a los saduceos lo llevó a acercarse a él y preguntarle (v. 28), así su segunda aprobación de las palabras de Jesús (v. 32: ¡Muy bien, Maestro!) habría debido disponerlo a prestar atención a su anuncio. Pero no lo hace; se conforma con encontrar la solución a la cuestión de escuela. No aspira a ese reinado que le anuncia Jesús; permanece dentro de su tradición, sin deseo de novedad.
El letrado reconoce a Jesús como experto a quien consultar en un problema teórico, pero no como guía a quien seguir. Sin embargo, con la mención del reinado de Dios, Jesús le está indicando que la revelación que conoce por la Escritura no es algo absoluto, sino relativo; que necesita dar un paso más. El tiempo de la antigua alianza (1,15; 11,13) era de preparación y ya ha terminado. Pero el letrado no lo comprende o no lo acepta; considera lo transitorio como definitivo.
Por eso Jesús ha estimado solamente la inteligencia de su respuesta. Comprender dónde está lo esencial es ya una ventaja y abre la posibilidad de opción. Con la mención del reinado de Dios, Jesús le ha dado la ocasión de hacerla. En este caso, tendría que romper con el grupo al que pertenece, el de los que quieren matar a Jesús por la denuncia que ha hecho (11,17-18).
Resumiendo: En medio del templo, Jesús ha repetido en otros términos su primera proclamación en Galilea: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios. Enmendaos y tened fe en esta buena noticia" (1,15). La exhortación a la enmienda la ha hecho con el llamamiento a Israel (¡Escucha, Israel!, etc.), que ha pronunciado como suyo y que atañe de manera particular a los dirigentes, cuyo comportamiento ha puesto al descubierto con la parábola de los viñadores (12,1-9). Al mismo tiempo, anuncia el reinado de Dios, dejando entrever su inminencia.
El cuanto al letrado, que pertenece a la élite de la intelectualidad judía, el tenor de sus palabras hace ver que no ha aplicado a su persona la llamada a la enmienda; luego, con su falta de reacción, muestra que tampoco tiene fe en el anuncio del reinado de Dios. Es un teólogo especulativo, que no traduce en su vida las conclusiones a las que lo lleva su ciencia.
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