martes, 11 de junio de 2024

Mc 13,24b

 <<...el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor>>,

El sentido de muchas expresiones de esta unidad no puede comprenderse si no se tienen en cuenta las numerosas alusiones de Mc al AT, cuyo lenguaje figurado utiliza profusamente.

El texto describe en primer lugar una conmoción cósmica, que afecta ante todo al sol y a la luna. Ahora bien, en el AT, los astros aparecen como objeto de culto idolátrico. Precisamente dar culto a Yahvé o a estos dioses establece la distinción entre Israel y los paganos.

Dt 4,19s LXX: "Al levantar los ojos al cielo y ver el sol, la luna, las estrellas y todo el ornato (hebr.; "el ejército") del cielo, no te extravíes prosternándote ante ellos para darles culto. El Señor tu Dios lo ha asignado a todos los pueblos bajo el cielo; a vosotros, en cambio, etc."). Este texto no es único. Se encuentra con frecuencia la mención del culto a los astros como propio de los paganos y como tentación del pueblo judío (cf. Dt 17,3; 2Re 17,16; 21,3; 23,5; Jr 8,2; Ez 8,16).

De este modo, tras la unidad anterior, donde el contexto era exclusivamente judío (13,20: [el] Señor = Yahvé) y se trataba de la invasión de Palestina con la consiguiente ruina de la nación, la mención de los astros, que representan aquí a los falsos dioses, muestra que la conmoción cósmica afecta al mundo pagano.

Por otra parte, era un recurso literario frecuentemente utilizado por los profetas describir la caída de un imperio o nación opresora, concebida como un juicio divino o una intervención de Dios en la historia, incorporando imágenes cósmicas. He aquí los pasajes principales:

Is 13 contiene un oráculo que anuncia la ruina de Babilonia por obra del ejército medo, descrita como la ejecución de una sentencia divina contra la capital del imperio. Los materiales históricos se transfiguran en elementos universales y cósmicos. El día de la ruina es llamado "el día del Señor" (v. 9) se oscurecen los astros (v. 10: "las estrellas del cielo y las constelaciones no destellan su luz; se entenebrece el sol al salir; la luna no irradia su luz"). No se trata de un juicio final ni del fin del mundo; la historia seguirá su curso (cf. v. 19), pero el mundo habrá cambiado de aspecto. 

Is 34 parece asociar la ruina de Edom a la del universo entero (v. 4 LXX: "Se derretirá todo el ejército del cielo, el cielo se enrollará como un pliego y caerán todos los astros como pámpanos de vid, como caen las hojas de la higuera"). El antiguo reino se convierte en morada de fieras.

Jr 4,23-24, ante el desastre que amenaza a Judea y Jerusalén, exclama: "Miré a la tierra, un caos; al cielo, le faltan sus lumbreras; miré a los montes, estaban temblando, y todas las colinas se agitaban".

En Ez 32,7s, la muerte del faraón, que se atribuye a la acción de Dios, da comienzo a un período de tinieblas: "Cubriré el cielo el día que te extingas y entenebreceré sus astros; al sol lo velaré con una nube y la luna no irradiará su resplandor".

En Jl 2,10, a propósito de la invasión de la langosta: "Sol y luna se oscurecen, los astros retiran su resplandor". Cf. 3,4; 4,15; Am 8,9.

Cada una de estas descripciones indica un viraje decisivo en la historia, pero no el final de la historia misma. En ellas, la destrucción se concibe como un juicio de Dios, pero no como un juicio final; de hecho, la vida continúa.

Teniendo en cuenta los textos proféticos, la catástrofe cósmica descrita en este pasaje de Mc no ha de ser tomada en sentido literal, sino figurado; como en aquéllos, no indica el fin del mundo y de la historia.

Pero las imágenes que usa Mc no coinciden exactamente con la de los textos veterotestamentarios. En éstos se trata ordinariamente del oscurecimiento de los astros, en un solo caso se menciona su caída (Is 34,4 LXX), pero nunca se mezclan las dos imágenes. En Mc, por el contrario, hay dos planos concomitantes: uno estático, el oscurecimiento del sol y a la luna; el otro dinámico, el de la caída de las estrellas y la sacudida de las fuerzas celestes.

Hay otra diferencia importante. En los profetas el oscurecimiento de los astros está siempre relacionado con algo que sucede en la tierra: invasión, desastre, derrota; es el reflejo o la expresión a nivel cósmico de una gran desgracia humana. En Mc, en cambio, no se conecta con ningún otro suceso. Es decir, a diferencia de los profetas, que usaban la imagen de la conmoción cósmica para subrayar la gravedad de los acontecimientos que afectaban a la humanidad, en Mc los fenómenos cósmicos no aparecen como un reflejo de lo que sucede en el mundo humano; se describen sin haber mencionado a éste.

De hecho, en los vv. 24b-25 no hay calamidades que afecten a la tierra ni siquiera sujetos que experimenten terror ante el eclipse de los astros. La catástrofe sucede exclusivamente en el universo celeste; no amenaza al mundo humano, deshace un sistema cósmico. Esto excluye el sentido de juicio contra la humanidad o contra determinados pueblos común en las imágenes proféticas. En consecuencia, el significado del oscurecimiento ha de buscarse en el de los astros mismos. Ahora bien, como se ha visto, el sol y la luna representan a las divinidades paganas; el texto indica, por tanto, que la religión pagana pierde su brillo o su prestigio, que la idolatría entra en crisis.

Por otra parte, aun excluyendo el sentido de juicio o catástrofe para la humanidad, el rasgo de visibilidad que lleva en sí el concepto "luz", hace que el paso de luminosidad a oscurecimiento sea un fenómeno perceptible por los hombres. Los falsos dioses sufren un eclipse. Se describe así en términos figurados el rechazo de esos dioses por sus mismos partidarios. Lo que se consideraba verdadero se descubre como falso; los valores representados por la religión pagana se juzgan ahora inaceptables. Las descripciones de los profetas están teñidas de dolor y desgracia, mientras que en Mc la figura del sistema cósmico que se deshace y que a primera vista puede permanecer amenazante, es signo de liberación.

No se menciona en Mc el agente del oscurecimiento. En los profetas, raramente se atribuye directamente a Dios (cf. Ez 32,7s), de ordinario aparece como proyección cósmica de lo que ocurre en la tierra (Is 13,9s, etc.). En Mc se señalan sólo sucesos, no causas ni agente.

LA BIBLIA

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