lunes, 8 de julio de 2024

Mc 14,25

 Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vida hasta el día aquel en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios.

Termina Jesús con un dicho, introducido de forma solemne (Os aseguro) para indicar que las palabras que siguen tienen particular importancia. En ellas expresa un propósito o simplemente una realidad: a partir de ahora, y hasta que no llegue un momento determinado (el día aquel), no volverá a beber del producto de la vid. Al decir que hasta ese momento ya no beberá más, Jesús está aludiendo al inminente fin de su vida. La sangre, de que ha hablado antes (v. 24), va a derramarse muy pronto.

Mc no ha indicado que Jesús, a diferencia de sus discípulos (v. 23: "se la dio [la copa] a ellos y todos bebieron de ella"), hubiera bebido vino en la Cena, pero sin duda supone que ha participado en comidas festivas en las que éste se servía. Sin embargo, curiosamente, no menciona la palabra "vino", sino que la sustituye por una perífrasis: el producto de la vid. Este cambio, junto con el hecho de que se hable de "beber en el reino de Dios!", confiere a la expresión <<el producto de la vid>> un sentido figurado.

En efecto, la vid está en relación con "la viña" de la parábola de los labradores homicidas (12,1-9). La parábola, pronunciada en el templo, denunciaba el fracaso del proyecto de Dios sobre Israel (la viña), por culpa sobre todo de sus dirigentes. El fruto que debía haber producido aquel pueblo (la justicia y el derecho, por alusión al Canto de la viña de Is 5,1-7), implícito en la parábola, lo expresó después Jesús, abiertamente, al establecer en el templo los dos mandamientos centrales de la religión judía: el amor a Dios y el amor al prójimo (12,29-31).

En la parábola, usó Jesús el colectivo "viña", ahora usa el individual "vid"; pasa así de la situación del pueblo (la viña), a la situación de cada uno (la vid), dando a entender con esto que, en medio de la corrupción general, es posible mantener la fidelidad personal a Dios, como quedó patente en el caso ejemplar de la viuda pobre (12,41-44 Lect.). Este amor a Dios, que se traduce en amor al prójimo, es el que de modo figurado se expresa con la frase "el producto de la vid". Jesús que en su vida histórica ha bebido de ese "producto", es decir, ha experimentado ese amor en su propia existencia y en la de otras personas, no volverá a beberlo en ella, porque su vida está a punto de concluir.

Pero la "abstinencia" de Jesús no será definitiva, llegará el momento en que vuelva a beber del producto de la vid, aunque esta vez nuevo. Es momento será el día aquel, expresión que ha aparecido en el episodio del ayuno (2,18-22) y que se utiliza con mucha frecuencia en los profetas para indicar una intervención divina en la historia. Será el día en que el novio/esposo les sea arrebatado a sus amigos, es decir, en el que los discípulos manifiesten su pesar y su tristeza (ayunen) por la muerte violenta de Jesús (el novio/esposo arrebatado). Pero, al mismo tiempo, será también el día en el que se proclame la realeza de Jesús (15,24): "El Rey de los judíos"), el día de su gloria (10,37), cuando, en el momento de su muerte, ofrezca a todos su Espíritu (15,37: "exhaló su aliento"), al que se ha hecho alusión a propósito de la copa.

Existirá entonces un vino nuevo (cf. 2,22: gr oinon neon), un amor de una calidad hasta ese momento desconocida. El vino antiguo era el amor expresado por el doble mandamiento (12,29); el vino nuevo y diferente (gr. kainos) será el amor mostrado por Jesús en el don total e incondicional de sí mismo y que, como respuesta a su entrega, deben mostrar también sus seguidores. Ésta ha de ser el fruto de la eucaristía.

Al ser el vino símbolo del amor, el vino nuevo que Jesús va a beber en el reino de Dios es el que le ofrece su comunidad en respuesta a su amor. El amor es recíproco, él da su vino-amor a los suyos en la eucaristía y beberá el vino-amor que éstos le ofrecen como respuesta al que han recibido de Jesús.

En la parábola de la viña había anunciado Jesús que ésta, símbolo del reino de Dios, cuya primicia tendría que haber sido Israel, sería dada a otros. Ahora es la comunidad cristiana la primicia de ese reino; en ella beberá Jesús, tras su muerte, el vino nuevo, el amor que, en respuesta al suyo, le ofrecerán sus seguidores y que irá transformando el mundo.

La proclama de Jesús en Galilea al comienzo de su labor: "Esta cerca el reinado de Dios" (1,15), se ha hecho realidad. El reino/reinado de Dios, presente en la vida y la obra de Jesús, lo estará también en la de sus seguidores. Desde ellos se irá desplegando en la historia la soberanía de Dios (su reinado), es decir, su fuerza de vida y amor.

Afirma así Jesús el éxito de su misión, anunciando claramente a los suyos la continuidad de su vida más allá de la muerte: en el reino de Dios volverá a beber, pero nuevo, el producto de la vid. La muerte que va a sufrir, simbolizada por la copa que contiene su sangre, no será un fracaso; al contrario, mediante ella, se derramará el Espíritu, que creará la nueva humanidad. Jesús manifiesta su absoluta seguridad en la eficacia de su entrega; ella permitirá que haya en el mundo una calidad de amor que nunca antes había existido.

LA BIBLIA

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