pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
El gobernador es consciente del verdadero motivo por el que los sumos sacerdotes le han entregado a Jesús: la envidia. Según el vocabulario de la antigüedad, es más que la simple envidia, implica malevolencia y busca hacer daño o incluso matar; más que una actitud desfavorable, es una hostilidad mortal. En el libro de la Sabiduría, la envidia aparece como un vicio diabólico que causa muerte (cf. Sab 2.24: "Por envidia el diablo entró la muerte en el mundo"). Los sumos sacerdotes están en esa línea (cf. 14,1.55.64).
Pilato sabe que Jesús gozaba de mayor popularidad que las autoridades (11,18; 12,12.37), y que éstas veían en él un peligroso rival; la multitud estaba con Jesús cuando éste denunciaba la explotación del pueblo y comparaba a los dirigentes con bandidos (11,17.18), provocando su descrédito.
Para expresar la entrega de Jesús a Pilato, usa Mc el verbo ordinario (gr. paradidômi), pero, como ya se ha notado, empleando un tiempo particular, el pluscuamperfecto (gr. paradedôkeisan), aparentemente innecesario. Sin embargo, teniendo en cuenta el matiz que tiene este tiempo en griego, se ve que Mc ha querido presentar esta "entrega" como definitiva. Israel, representado por sus máximos dirigentes, ha roto totalmente con su Mesías, lo ha excluido de su sociedad y de su pueblo (cf. 8,31; 9,12; 10,33; 12,8). Este pluscuamperfecto puede conectarse con el encontrado v. 7 (gr. pepoiêkeisan, "habían cometido"): el asesinato definitivo del ser humano está en paralelo con el rechazo definitivo de Jesús, el modelo de Hombre; uno conlleva necesariamente el otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario