sábado, 18 de mayo de 2024

Mc 12,37a

 David mismo lo llama "Señor"; entonces ¿de dónde sale que es hijo suyo?

Para referirse a lo dicho por David, usa Jesús el presente histórico: lo llama Señor. Actualiza así la voz de David para la multitud que lo escucha: la actitud de David respecto al Mesías no fue cosa del pasado, sigue teniendo vigencia para el judaísmo de la época.

Apoyándose en el texto del salmo, Jesús rebate la concepción mesiánica propugnada por los letrados (¿de dónde sale que es hijo suyo?). El argumento de Jesús es el siguiente: no puede ser hijo/sucesor de David ni un segundo David, aquel a quien David llama "mi Señor", pues, al llamarlo así, David, que es rey, se proclama vasallo de ese futuro rey, reconociéndole una categoría mayor que la suya. En consecuencia, el Mesías no puede tener por modelo a David; no será como él un rey guerrero y victorioso, ni tendrá por misión restaurar la gloria pasada de Israel.

El Mesías, sentado a la derecha de Dios, tiene su misma autoridad, y su realeza, al ser la propia de Dios, es trascendente y tiene una proyección universal: se ejerce sobre la humanidad entera y su sede no será Jerusalén (ámbito terrestre), sino el trono de Dios (ámbito celestial). Por tanto, el reinado del Mesías no será como el de los reyes de este mundo; no se ejercerá con el dominio y la imposición, sino con el despliegue de la potencia de vida y amor de Dios mismo. Por eso, la restauración de la monarquía davídica y la hegemonía de Israel sobre los demás pueblos, esperadas para la época mesiánica e incompatibles con la soberanía universal de Dios, no son, para Jesús más que vanas ilusiones.

Explícitamente, Jesús en este episodio no se proclama Mesías. Su pregunta es teórica, sin alusión alguna a su persona. No pretende, pues, en primer lugar, definir su propia identidad, sino, ante todo, impugnar las ideas de los letrados sobre el Mesías. Para ello establece una oposición entre el Mesías "hijo de David" y el  Mesías "Señor de David". Son dos concepciones mesiánicas completamente diferentes. El Mesías "hijo de David" tiene por padre y modelo suyo a David; el Mesías "Señor de David" posee la autoridad y la realeza de Dios mismo, y es, por consiguiente, el Hijo que tiene por Padre y modelo a Dios.

Aunque Jesús insiste solamente en la falsedad de la doctrina sobre el Mesías triunfante, concebido como un segundo David, al haberse él manifestado como Mesías (11,7: el borrico, cf. Zac 9,9) y al haber sido aclamado como tal por el pueblo (11,9-10), todo el pasaje puede también aplicarse a su persona. De este modo, además de rechazar el mesianismo davídico nacionalista, fomentado por la enseñanza oficial (letrados), la argumentación de Jesús deshace, implícitamente, todo equívoco en el pueblo sobre su propio mesianismo.

Como puede apreciarse, la cuestión central de la perícopa no es la de si el Mesías va a ser o no descendiente de David, sino cómo hay que concebirlo. Jesús no niega esa descendencia, pero sí, rotundamente, que David sea para el Mesías el modelo a seguir.

LA BIBLIA

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