Cada fiesta solía soltarles un preso, el que ellos solicitaran. El llamado Barrabás estaba encadenado con los sediciosos que en la sedición habían cometido un asesinato.
Estos dos versículos constituyen un inciso. Interrumpen por un momento la marcha del relato, con objeto de proporcionar datos indispensables para la comprensión de lo que sigue.
El término fiesta ha aparecido solamente en 14,2, donde se hablaba del propósito de las autoridades de detener a Jesús; en aquel pasaje se refería a la fiesta de Pascua (14,1); ése es, por tanto, su significado en este contexto.
La liberación de un preso por la fiesta de Pascua conmemoraba la liberación que hizo Dios sacando a Israel de la cautividad de Egipto y reflejaba el carácter original de la fiesta. El pueblo podía elegir el preso que quisiera para que fuera puesto en libertad; era libre en su elección. Mc prepara el terreno para la opción que va a seguir.
Menciona Mc un preso particular, un tal Barrabás, que se encontraba "atado" o encadenado, es decir, en presión, y señala el delito de que era culpable: había participado con otros en la sedición o rebelión, en la que habían cometido un asesinato. Se trata, por tanto, de un personaje extremadamente peligroso.
El sentido obvio de este inciso es el siguiente: estar preso por la autoridad romana indica que la sedición de que se habla estaba dirigida contra el régimen romano o ponía en peligro el orden público, y que su violencia llegó al derramamiento de sangre. Se piensa, naturalmente, en una algarada nacionalista, posiblemente zelota, contraria a la ocupación romana del país. Pilato tenía a estos hombres en prisión ("atados / encadenados"). Puede decirse que impedía así la ruina a la que habría llevado al pueblo judío la facción nacionalista extrema. La fuerza del imperio protegía a los judíos de sí mismos.
Puede preguntarse, sin embargo, si Mc no incluye en este inciso un sentido más profundo. Hay varios indicios que lo sugieren. El primero es el estado articulado de la sedición (gr. entê stasei), como si fuera conocida, cuando hasta ahora Mc no ha hecho mención de ningún suceso semejante.
Un segundo indicio es el uso de un pluscuamperfecto (gr. pepoiêkeisan) para indicar la comisión del delito (habían cometido), cuando habría bastado el uso de un aoristo (gr. epoiêsan); hay que notar que el tema de perfecto tiene en griego un aspecto de maximalidad, que puede concretarse en definitividad, en duración o en intensidad.
Otro indicio es que este pluscuamperfecto está en paralelo con otro ("habían entregado"), también aparentemente innecesario, usado más adelante en v. 10 (gr. paradedôkeisan).
El siguiente indicio se refiere al nombre mismo de Barrabás (arm.: bar-abbas, "hijo del padre"). Aunque como patronímico ("hijo de Abbas", nombre propio) era corriente entre los judíos y muy frecuente entre los rabinos, aquí se trata de un sobrenombre o apodo, como lo indica el paralelo de el llamado Barrabás con "al que llamáis rey de los judíos" (v. 12). De este modo, su significado ("hijo del padre") establece una oposición entre el sedicioso y Jesús, "el Hijo de Dios / del Padre".
Hay que preguntarse a qué "padre" remite el nombre de Barrabás. La única vez que en Mc el sustantivo "padre" se ha usado metafóricamente referido a una persona concreta, ha sido en la aclamación de la entrada en Jerusalén, cuando resonó el grito: "¡Bendito el reinado que llega, el de nuestro padre David!" (11,10).
Ciertamente, Barrabás, culpable de asesinato, no puede llamarse hijo del Padre del cielo; sí, en cambio, "hijo de David", en el sentido del que tiene por modelo ("padre") a David, del que es "partidario del Mesías davídico", nacionalista y violento; con este sobrenombre era conocido (llamado). Es una denominación equivalente a la del ciego, figura de los discípulos, que mendigaba a la salida de Jericó, "Bartimeo", "el hijo / partidario del Apreciado", es decir, del Mesías hijo de David (10,46b-47 Lect.).
Por último, el término "asesinato" (gr. phonos) se ha encontrado antes una sola vez en el evangelio (7,21), lo que insinúa que hay una relación entre los dos pasajes. En 7,21, Jesús presentaba el asesinato como una de las malas ideas que preceden del corazón "de los hombres". Esta designación "de los hombres" caracterizaba la tradición que invalida el mandamiento de Dios (7,8.9.13) y la ideología mesiánica opuesta a la idea de Dios (8,33: "tu idea no es la de Dios, sino la de los hombres").
Todos estos indicios permiten proponer un segundo sentido para la noticia sobre Barrabás. Los fariseos y los letrados de Jerusalén (7,1) han desechado la palabra de Dios, para implantar (gr. stêsête) la tradición de los hombres (7,8.9), en la que reina la idea contraria a la de Dios (8,33). Tal es la situación (primer significado del gr. stasis) en que se encuentra la sociedad judía.
Mc, sin embargo, juega con el doble sentido de la palabra griega (stasis) y, al mencionar a los sediciosos (gr. stasiastai) hace ver que la situación era, al mismo tiempo, la de rebelión contra Dios (cf. 10,19: "no mates"; 12,1-9: parábola de los viñadores); en ella, la tradición humana desbanca el precepto divino, el culto es el pretexto para la explotación, el nacionalismo desemboca en desprecio de los otros pueblos y hostilidad contra ellos. Es en esta situación donde se ha cometido el asesinato definitivo (pluscuamperfecto pepoiêkeisan) del hombre. Es decir, los rebeldes, que representan la tendencia dominante en la sociedad judía, han matado en sí los valores humanos.
Barrabás, el violento y representante de la violencia, aparece así como el exponente del sistema religioso-político que impide el desarrollo humano y produce la anulación del hombre. Es la antítesis de Jesús, el Hombre en plenitud, el que, por salvar al ser humano (3,4: "¿Qué está permitido..., salvar una vida o matar"?), respetando la libertad y negándose a usar la violencia, va a afrontar la muerte.
Se tiene aquí de nuevo la oposición diametral entre el amor y el poder opresor, que ya apareció en Getsemaní. Jesús, tras su tentación, eligió la línea del amor, la del servicio al hombre para darle vida, que es la del Padre (14,36b) y se mantiene en ella. Barrabás personifica su antítesis, la línea del poder, que oprime al hombre y le da muerte.
Barrabás podía aparecer ante el pueblo como un héroe de la libertad. Representa la falsa liberación, que no afecta más que a circunstancias exteriores, sin cambiar las actitudes del hombre; ésta fue la que Jesús rechazó (1,24-25.37-38; 3,9-12). Él ha procurado la verdadera liberación, basada en la promoción humana, la que hace libre de las ataduras interiores, emancipa de las tutelas religiosas y sociales, y permite el crecimiento y maduración del individuo.
Puede verse aquí el juicio de Mc sobre la sociedad judía del tiempo de Jesús y del suyo, evidentemente antes de la guerra que causó la ruina de la nación (66-70).
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